¿Es un complemento que cada  integrante provenga de un ámbito musical diferente?

Santa Marosa es un universo que se construye de manera colectiva. A partir de ideas o letras que surgen, y que se enriquecen con la diversidad musical de cada integrante. Hay bandas que te dan una milanesa o un pollo a la parrilla, es decir un plato simple y fácil de interpretar y digerir. Santa Marosa propone una gran ensalada que tiene el aceto balsámico, el azúcar, el jugo de limón, los crotones y las semillas de amapola. Por qué darte todo masticado si se puede armar un plato diferente y fresco? Podemos ser heavy y pop, surf y oscuros a la vez, no nos cerramos a ninguna opción. Estamos abiertos a nuevas experiencias y a deambular por diversos generos.

¿Qué tienen planeado para los próximos años?

La pregunta es interesante porque menciona "años". Tengo la idea de que una banda se proyecta y se empieza a ver el resultado a los cinco años. Nosotros ya llevamos tres aunque hubo cambio de algunos integrantes. Estamos en una búsqueda constante para dar con un sonido increíble. Creo que tenemos material como para instalar la banda y que Santa Marosa va a ocupar un lugar importante en el marco de "lo nuevo". Hace tiempo escribí en una hoja los pasos que teníamos que dar para hacer un Luna Park y la compartí con Marto, el bajista. Pensamos en grande y no nos asusta, pero uno es consciente del trabajo que hay que hacer. Lo importante es siempre avanzar y mantenerse unidos.

¿Cómo fue el proceso de grabación de Reboot 1?

Es un E.P que hicimos a conciencia. Elegimos canciones que mantuvieran una coherencia, sobre todo en las letras. Se puede ver que todas tienen algo que ver con la naturaleza y en cómo el ser humano interactúa con ella. Si bien no es un disco grabado en vivo queríamos darle esa impronta. Aprovechamos la tecnología, paradójicamente en contraposición al concepto de naturaleza. Primero se crearon las bases, la línea de bajo, los teclados. Cada uno iba trabajando en su estudio casero y mandaba las pistas a otro compañero. El receptor añadía otro instrumento, y así sucesivamente. Cuando estuvimos conformes fuimos a mezclarlo al instituto Tamaba, donde también se masterizó. Fue una experiencia diferente porque no estábamos condicionados por el factor tiempo. Usamos nuestro propio espacio y dirigimos el sonido sin la intervención del productor. Creo que aprendimos a hacer un disco desde cero hasta el final en condiciones de total independencia, usando recursos básicos pero muy efectivos. Es como un sueño tener el poder y la libertad para hacer algo artístico sin reglas preestablecidas.