Con el Mundial llevándose a cabo en Rusia, muchos se encontraron con la cultura soviética por primera vez. Las grandes iglesias ortodoxas y kremlins se mezclaron con el vodka y, por supuesto, el fútbol. Pero entre tantas ofertas rusas, San Petersburgo es sin duda la que más se destaca por la occidentalidad y juventud que se respira en las calles.

Caminar por Nevskiy Prospekt, la avenida principal, es sinónimo de escuchar todos los estilos de música. A todas horas, chicos de variadas edades se dan la chance de probar desde sonidos propios (especial atención a Vladimir Vysotsky, uno de los más versionados) hasta Imagine Dragons, Coldplay y Hozier. A veces esto pasa con bandas completas y otras tantas son solo una persona con su guitarra y su voz. Incluso, en la plaza principal todos los días destacan una chica con un saxo que reinterpreta cualquier clásico, sobre todo Bella Ciao, y una señora que tiene una melódica como caballito de batalla para homenajear toda la discografía de los Beatles.

Aunque la mayoría son versiones acústicas y juntan un pequeño público, la electricidad y la gente aparecen a la noche entre los antiguos faros de la ciudad. Y ahí está lo más lindo. Hasta entrada la madrugada todavía sigue habiendo sol y al tibio atardecer las melodías le rinden perfecto. Completan el paisaje vendedores ambulantes de café que transformaron los baúles de sus autos en una auténtica y completísima cafetería, algo realmente único. En una de las noches que este cronista pasó en San Petersburgo, una adolescente con su amigo se apostaron a jugar con diferentes temas con un teclado y una guitarra, a lo que se sumó otro chico con una conga para agregarle percusión y completar la función.

La explicación a este fenómeno no es demasiado larga, ya que es una consecuencia de una acción a propósito. Es que la ex capital del Imperio, mandada a hacer por el zar Pedro el Grande en 1703, es en principio la ciudad más al oeste del gran país bicontinental. “Pedro estaba impresionado por Ámsterdam y las grandes urbes europeas, entonces decidió que su territorio tenía que tener un lugar así”, le cuenta a Moochila un guía de la empresa Tour Gratis Rusia. Así, eligió lo que era un pantano para construir todo lo que hoy se ve allá.

Para completar, decidieron fundar las universidades más importantes en este mismo lugar. Por ejemplo, el actual presidente Vladimir Putin se recibió de abogado en la Universidad Estatal de San Petersburgo (al momento de su egreso, la ciudad se llamaba Leningrado, por lo que la facultad también). Ahí aparece la juventud en todo este crisol. Y, por supuesto, la Academia de Artes de la que sale tanta música. Una historia similar a la de La Plata con el mismo resultado, pero a 13 mil kilómetros de distancia.

Obviamente, las artes en la urbanidad no se reducen a músicos. Hay de todo, pero lo que más destacan son los pintores. Todo Rusia, y sobre todo “La Venecia del Norte” (apodo “oficial” de la ciudad), está plagado de chicos retratando en un lienzo cualquier edificio o plaza. Pero más allá de los clásicos, también hay un nuevo fenómeno: la pintura con aerosol. Si caminás por las calles, ves un tumulto de gente y se escucha música de un parlante que no está siendo tocada en vivo, probablemente sea porque alguien está aplicando esta técnica.