Folklore rockero en envase Tabalero y a sala llena

Por Licha Machado

Imágenes de Flor Belén Fotografía | facebook.com/florbelenrock

El nuevo folklore es especialista en romper barreras. Lejos de quedarse en el molde de la madera y los pueblos, los exponentes más recientes, en un espíritu cada vez más rockero, exigen atención copando cada escenario popular que encuentran delante. Los Tabaleros, en una maximización de esa idea, propusieron su “Nebulosa – Fantasía folklórica” ante una Sala Caras y Caretas repleta. A través de 5 capítulos (La Raíz, Once, El Ronroneo del Cisne Azul, La ley del Taleón e Infra Delta), los 7 integrantes liderados por los hermanos Martínez y con la compañía como invitado del guitarrista Juan Martín Flores se pintaron de cuerpo entero. Si la autodefinición de “grupo porteño folclórico con influencias rock punk” cuesta, lo sucedido el sábado 19 despeja toda duda.

La historia comenzó con Demonio Paraguayo, inicio del primer acto y adelanto de lo que se escuchará en “Chuy”, lo próximo del septeto. Cada una de las 5 canciones que formaron parte de este momento atravesaron lo más introspectivo del grupo, con la intervención de danza contemporánea de Jorgelina Contreras. Hermosa apuesta que comenzó con la bailarina ingresando a la Sala con una túnica y un farol y que finalizó a todo trapo con una exigente coreografía. Punto importante también para las visuales, que trasladaron al público a su atmósfera. Es un negro cerró el momento a todo trapo, con aplausos de todo el que se acercó al lugar. En el segundo bloque, con pequeño intervalo de los músicos fuera de escena, arrancó con un segmento de humor. Casi como lo único que se podía suponer en la noche, Once dio arranque a un momento más romántico y con las primeras palabras de Beto y José al público. El Amor No Existe fue una de las más festejadas de todo el show, siempre emocionante. Quizás una de las partes más urbanas, volviendo a Buenos Aires a la fuerza después del viaje por el interior de los primeros temas.

El primer corte largo llegó para la tercera parte, debido a la necesidad de preparar el escenario para la situación más orgánica de la velada. Tras un tema totalmente a oscuras emulando el Teatro Ciego, se prendieron las luces y aparecieron los miembros de Los Tordos y el ilustrador Nelson Escalante junto a los ocho músicos. Mientras el último dibujaba un rostro, lo cual se veía en vivo  por la pantalla filmado por un celular, tanto la banda invitada como la organizadora del recital compartieron versiones acústicas de algunos clásicos como El Arriero y Chacarera de un triste. Para darle un aire de peña, todo esto fue ambientado con tres mesas, una para cada uno de los protagonistas, y varios vinos con sus debidas copas.

Con algunos problemas técnicos en la proyección, llegó la cuarta etapa. Algo más sueltos quizás por la propia bebida alcohólica, volvió el formato tradicional. Con muchos agradecimientos de por medio y alguna explicación previa a diversos géneros, sonaron más temas de todas las épocas ya con un público más suelto y presto a acompañar con algunas voces y aplausos. Para el cierre, los últimos momentos con la fórmula musical ya repetida con toda la banda en el escenario repasando la discografía. Así, sonó la muy divertida Gatito Curioso, seguida de la nueva A las tres (punto altísimo que promete un gran próximo álbum). Por pedido de su gente, se animaron a Carmesí para dar un poco más de sonido a una jornada ya perfecta. Fue una noche soñada para Los Tabaleros. Un brillante recital con todos los condimentos posibles que probablemente dejó conforme a todo aquel que se acercó a verlos. El próximo paso llegará con una gira por Bolivia y una Trastienda, pero para eso habrá que dejar reposar lo sucedido en la Sala del centro porteño.